Hace sesenta y cinco años, líderes visionarios de cinco naciones en desarrollo, a saber, Abdullah al-Tariki de Arabia Saudita, Juan Pablo Pérez Alfonzo de Venezuela, Fuad Rouhani de Irán, Tala’at al-Shaibani de Irak y Ahmed Sayed Omar de Kuwait, fundaron la OPEP en la histórica Conferencia de Bagdad del 10 al 14 de septiembre de 1960.
En retrospectiva, algunos podrían considerar la fundación de la OPEP como algo inevitable, pero ese no fue el caso. Los miembros fundadores de la Organización llegaron a Bagdad con diferentes objetivos, expectativas y prioridades, sin embargo, todos coincidieron en que los intereses fundamentales que compartían eran más fuertes que cualquier diferencia.
En aquel entonces, las economías de estos países en desarrollo se centraban en el petróleo, una industria que estaba dominada por poderosos intereses externos en la forma de las principales compañías petroleras internacionales de la época. Los países no tenían poder de decisión sobre cómo se manejaban sus propias industrias petroleras o cómo se vendía su petróleo en los mercados mundiales.
Era una situación que necesitaba cambiar, ya que el sistema vigente privaba a los países de la mejor manera de generar los ingresos necesarios para desarrollar sus propias economías y atender a sus ciudadanos. La fundación de la OPEP fue un triunfo de la cooperación, el diálogo y el compromiso, impulsado por la voluntad férrea de los fundadores de hacer valer sus derechos soberanos para explotar sus recursos naturales en favor del desarrollo nacional, y contribuir a la estabilidad del mercado, en beneficio tanto de los productores como de los consumidores.
Todo esto queda claro en la primera resolución adoptada en la reunión de la OPEP en Bagdad, en septiembre de 1960. En ella se establece que: «El objetivo principal de la Organización será la unificación de las políticas petroleras de los Países Miembros y la determinación de los mejores medios para salvaguardar los intereses de los Países Miembros, tanto individual como colectivamente», y prestar «la debida atención a los intereses de las naciones productoras y consumidoras, así como a la necesidad de garantizar un ingreso estable para los países productores, un suministro eficiente, económico y regular de esta fuente de energía para las naciones consumidoras, y una rentabilidad justa sobre el capital para quienes invierten en la industria petrolera.”
También representó un punto de partida para estos países, y para otros que se unieron en la década de 1960, para afirmar con mayor fuerza sus intereses frente a la continua resistencia de las grandes compañías petroleras. Pronto siguieron otros pasos, entre ellos la “Declaración de Política Petrolera en los Países Miembros” en junio de 1968, que ayudó a sentar las bases para acuerdos históricos posteriores en los primeros años de la década de 1970, como los de Teherán, Trípoli, Ginebra I y Ginebra II. Estos hitos constituyeron actos decisivos en la reconfiguración de la industria petrolera, dando lugar a un equilibrio más justo entre los intereses de los países productores y consumidores.
Sin embargo, como ocurre con todas las organizaciones internacionales, la OPEP ha tenido altibajos desde sus primeros días. De hecho, se han escrito muchas páginas sobre la Organización, tanto favorables como desfavorables, objetivas y subjetivas, e incluso se ha anunciado erróneamente su desaparición en varias ocasiones.
Es evidente que las personas tienen opiniones firmes sobre la Organización, algunas de las cuales pueden derivarse de malentendidos y conceptos erróneos sobre la verdadera naturaleza de la OPEP y sus Países Miembros. En este sentido, es importante considerar cómo sería el mundo con y sin la OPEP, y los beneficios que aporta la Organización.
Por ejemplo, dos estudios publicados en 2021 destacan la importancia de la OPEP para el mercado petrolero y la economía global. El primero, del Centro de Estudios e Investigación del Petróleo Rey Abdullah (KAPSARC), titulado “El valor de la capacidad de reserva de la OPEP para el mercado petrolero y la economía global”, analiza hasta qué punto la OPEP ha cumplido con su misión declarada de estabilizar el mercado petrolero y las implicaciones que esto tiene para la economía mundial. El estudio estima que el valor anual de la capacidad de reserva de la OPEP para la economía mundial fue de 193,1 mil millones de dólares estadounidenses en 2019.
El segundo estudio, del Instituto de Estudios Energéticos de Oxford, se titula “La OPEP a los 60: El mundo con y sin la OPEP”. Desde una perspectiva histórica, analiza el período de 1990 a 2018 y destaca que, en ausencia de la capacidad de reserva de la OPEP, en particular, la de Arabia 2 Saudita, el costo de los déficits de suministro habría generado impactos cada vez más negativos en el PIB global con el paso del tiempo, señalando un nivel de 185 mil millones de dólares para el año 2011. El estudio enfatiza que los choques de oferta habrían sido significativamente mayores y más persistentes si la OPEP no hubiera existido.
La importancia de la estabilidad del mercado también se refleja en el hecho de que el petróleo sigue siendo vital para casi todos los aspectos de la vida cotidiana. La prosperidad social y económica depende del petróleo y de los productos derivados del petróleo. Sin ellos, los automóviles, autobuses, camiones y furgonetas quedarían inmovilizados, los aviones no podrían despegar, el sector de la construcción prácticamente se paralizaría, la producción de alimentos se vería devastada y los productos para la salud serían difíciles de producir.
La visión unificadora y los objetivos fundamentales de la OPEP desde 1960 han guiado a la Organización durante las últimas seis décadas y media, demostrando ser verdaderamente atemporales y sirviendo como una base sólida. Hoy en día, la OPEP cuenta con 12 países miembros y goza de amplio respeto como parte establecida de la comunidad energética internacional y del sistema multilateral. De hecho, la Organización fue registrada en la Secretaría de las Naciones Unidas el 6 de noviembre de 1962.
Además, a lo largo de los años, la OPEP ha desarrollado y promovido una variedad de “Diálogos Internacionales sobre Energía” con grandes consumidores, productores no pertenecientes a la OPEP, otras organizaciones internacionales y numerosos actores del sector energético. La Organización también ha participado en todas las reuniones de las Conferencias de las Partes (COP) desde que comenzaron hace más de treinta años, y continuará haciéndolo en el futuro.
La OPEP ha ganado prestigio y se ha convertido en un nombre familiar en el ámbito energético. Esto se fortaleció aún más a finales de 2016, cuando se unió a varios productores no pertenecientes a la OPEP mediante la Declaración de Cooperación (DoC), conocida como OPEP-plus, un grupo que fue clave para ayudar a la industria petrolera y a la economía mundial a superar las enormes repercusiones de la pandemia de COVID-19.
De cara al futuro, el petróleo seguirá siendo vital, y según la más reciente Perspectiva Mundial del Petróleo 2025 de la OPEP, se prevé que la demanda de petróleo aumente hasta alcanzar aproximadamente 123 millones de barriles diarios para el año 2050. Esta expansión se debe al hecho de que el mundo necesitará más energía a medida que las economías y las poblaciones crezcan. La seguridad energética para todos es fundamental y resulta inconcebible sin el petróleo.
Asimismo, con miles de millones de personas en el mundo en desarrollo aún afectadas por la pobreza energética, es esencial considerar cómo puede lograrse este crecimiento de manera sostenible mediante todas las fuentes de energía disponibles, equilibrando las necesidades de las personas en relación con su bienestar social, la economía y el medio ambiente. El enfoque debe centrarse en una estrategia que incluya todas las energías, todas las tecnologías y todos los pueblos.
Al igual que en 1960, la OPEP cree en enfoques prudentes y realistas para enfrentar los desafíos y oportunidades energéticas que tenemos por delante, manteniendo los esfuerzos de estabilización del mercado como prioridad, mientras buscamos trazar caminos energéticos adecuados para las naciones y los pueblos del mundo.
Aunque el futuro nunca es fácil de predecir, la historia de la OPEP y el aumento de la demanda energética y petrolera sugieren que cualquier afirmación sobre la pérdida de relevancia de la Organización, o incluso cualquier predicción sobre el pico del petróleo en las próximas décadas, debe tomarse con cautela.
En este 65º aniversario, deseo expresar mi más sincero agradecimiento y felicitaciones a todos nuestros países miembros, a sus honorables líderes, así como a otros funcionarios y al personal de la OPEP, tanto del pasado como del presente, quienes han contribuido a que la Organización evolucione hasta convertirse en lo que es hoy.
La OPEP ha sido, y seguirá siendo, una fuente de estabilidad; una pieza vital en el panorama de la industria energética; y una voz que resalta la importancia del petróleo y los productos derivados del petróleo para el mundo en las décadas venideras.
Al celebrar el 65º aniversario de la OPEP y sus éxitos y logros pasados, miramos hacia un futuro en el que la OPEP esté presente por otros 65 años y más.
Haitham Al Ghais Secretario General